Hoy os traigo al blog todo un quebradero de cabeza. El recordado por todos BALÓN MIKASA. No temáis que no os voy a pegar un pelotazo con el. ¿Cómo olvidarlo verdad? Ya sé que no es un futbolista de los 90 pero sí marcó nuestra añorada infancia noventera. Lo odíamos con tanta intensidad que al final terminamos por amarle. Dicen que del amor al odio hay sólo un paso, pues así es con el Mikasa de nuestra generación.
Como olvidar los punterazos que lanzábamos con nuestra maldad de niño al portero tembloroso de turno. Pobre portero, que generalmente era nuestro amigo, menudos amigos éramos. ¿O eras tu el portero que sufría los temidos punterazos made in Mikasa? Toda mi admiración entonces compañero. La verdad es que tarde o temprano éramos muchos los que nos tocaba ponernos bajo los 3 palos de las porterías del cole. Nadie quería, pero la rotación era necesaria ante este criminal esférico.
Pero no era sólo el guardameta el que sufría sus insufribles pelotazos. También los jugadores de campo nos llevábamos recordatorios del Mikasa. ¿Habéis olvidado como calentaba las orejas un buen pelotazo de esta pelota en pleno invierno? ¡QUÉ MARAVILLOSO! Pero no todo es malo en el esférico de nuestra niñez, también nos produce mucha nostalgia recordarlo, esos partidos en aquellos campos de tierra perdidos, con barro. Recordamos esos dolores de cabeza y pies después de un partido pasado por agua y barro. Parecía que veníamos de la guerra de camino a las duchas. Partes de nuestro cuerpo con las marcas del Mikasa y la ropa impregnada del barro del campo de tierra. PURA NOSTALGIA.
Jugar con un Mikasa era sinónimo de DOLOR, lo sabíamos, pero queríamos juntarnos un mínimo de 10 para jugar un 5 contra 5 y sentirnos futbolistas. Poco importaba lo cabrón que era el esférico. Incluso soy de la opinión que estos tipos de balones nos hicieron más duros, o por lo menos a los que seguimos "vivos" después de sus dolorosos impactos. Porque sí, teníamos ilusión para que llegara el fin de semana, el día del partido. El día de ver a nuestros compis de equipo y poder disfrutar de una mañana de sábado tremendamente futbolera. No faltaba de nada, fútbol, goles, victorias, también derrotas, ducha y el almuerzo mítico. ¿Cuál era vuestro bocata preferido? ¡QUÉ RECUERDOS! Por cierto alguno de la sala tiene todavía el Mikasa tatuado en su nalga?
Sea como fuere el Mikasa formó parte de nosotros. De nuestra infancia. Momentos que ya no volverán pero que tenemos guardados con mucha felicidad en nuestro disco duro. Bueno, en el disco duro de aquellos que todavía nos riega algo de electricidad por nuestras neuronas después de sufrir el impacto de estos bichos en nuestras tiernas cabezas. Los inviernos eran duros, pero más duros con un Mikasa. Gracias por estar un día más al otro lado de la pantalla. No olvidéis de ser niños nunca. Saludos cordiales.
Escrito por M.A. Cortés (Puedes seguirme por Twitter: @Lon_elx )
Comentarios
Publicar un comentario