El "Tato" Abadía, el carismático centrocampista de Las Gaunas


Seguramente se trate de la pequeña historia más sencilla que puedas leer. La vida futbolística de uno de los futbolistas más entrañables y recordados de nuestro maravilloso fútbol noventero. Un ex jugador de fútbol que muchos de los jóvenes que leen estas líneas han escuchado hablar y lo conocen como aquel mítico calvo con bigote que jugaba en un vetusto estadio llamado Las Gaunas con el extinto club rojiblanco CD Logroñés. Debemos preguntarnos por qué un ex futbolista que no jugó en ningún grande, miento… jugó una temporada en el Atlético de Madrid de Jesús Gil en la 89/90, es tan nombrado por futboleros que lo vimos jugar y por jóvenes que no tuvieron el placer de ver su entrega sobre el verde. La cuestión es fácil de responder cuando se trata de un futbolista que sin tener una técnica ni una calidad sobresaliente entregaba todo lo que tenía en beneficio de sus compañeros. “Todocampista” de pulmón, gran polivalencia, brega, empuje, lucha, coraje y una excelente condición física. Capaz de jugar con el astrágalo roto 70 minutos y marcar un gol, como ocurrió en el lejano 1995 en el legendario San Lázaro, jugando con la SD Compostela del polémico José María Caneda frente al Real Betis. El “Tato” Abadía es el gran ejemplo de cómo un futbolista destinado a jugar en Tercera o Segunda B puede llegar, con mucho trabajo,  a jugar en Primera División más de 250 partidos.
  
Y todo ello comenzó en su Binéfar natal (Huesca) con el club del pueblo, el CD Binéfar, con el que logró ascender a Segunda División B. Era su primer ascenso, y un joven Agustín Abadía comenzaba a destacar en el fútbol modesto. Fue entonces cuando llegó el tren que todo futbolista quiere que pase por su vida, la oportunidad de jugar en el fútbol profesional, y ese tren era de color rojiblanco con destino Logroño. El CD Logroñés le abría las puertas de la Segunda División española, sin él saberlo sería su primera etapa en el club riojano (84/89), club donde sería inmensamente feliz y daría grandes alegrías a la hinchada de Las Gaunas como la del ascenso a Primera División en el año 87. Logroño entera se fue de borrachera. Y no era para menos, por primera vez el viejo Las Gaunas iba a ser estadio de Primera. Su fructífera primera etapa en el Logroñés le valió para fichar por el Atlético de Madrid, el “Tato” conocería de primera mano las exigencias de un grande. Abadía disputaría muy pocos minutos aquella temporada 89/90 en el Atleti, nostálgico de su tierra de adopción, puso nuevamente rumbo a Logroño donde protagonizaría su segunda etapa (90/93) como futbolista del CD Logroñés. Años excelentes donde vimos al mejor Agustín Abadía, un pulmón del centro del campo, su apariencia física tal vez no era la del mejor atleta, pero su motor tenía una impresionante cilindrada. Tal es así que en la temporada 92/93 disputó todos los partidos de La Liga, incluso ese año marcó un doblete en el Santiago Bernabéu, dándole un punto valioso al CD Logroñés que por aquel entonces entrenaba otro mítico de los banquillos, Carlos Aimar. Pero su segunda etapa en Logroño no sería la definitiva y José María Caneda, presidente de la SD Compostela, tuvo la culpa al ficharlo para intentar ascender al conjunto compostelano a Primera División, era la 93/94 y el “Tato” ascendía por segunda vez a Primera, esta vez con el Compos. Dos años más estuvo con los de Santiago de Compostela, hasta que en la 96/97 firmó por tercera vez con el CD Logroñés y esta sí sería la última etapa del “Tato” en el club riojano. Coincidiendo además con la última temporada del Logroñés en Primera División. 

El “todocampista” Abadía ponía punto final a su maravillosa odisea de jugar en estadios mundialistas, de enfrentarse al Dream Team, de marcar por partida doble en el Bernabéu, de jugar como local en el mítico Vicente Calderón. Una década de fútbol profesional que seguramente jamás pensó en vivir. Agradecido a la vida por tanto buen fútbol y como el buen guerrero, orgulloso de sus conquistas y batallas en tierras lejanas, volvía a casa para enfundarse la camiseta del CD Binéfar. El club donde comenzó su aventura futbolística, el club donde finalmente colgaría las botas para siempre...

Fuente de la imagen: Cromos Ediciones Este

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