Arteaga, un centrocampista con mucho arte





Tal vez si nos referimos a Moisés García Fernández pocos sean los que sepan de quien estamos hablando. Pero si os decimos que se trata del mítico Arteaga la cosa cambia radicalmente. En los noventa el gaditano dejó su impronta entre la afición perica, y no es para menos, el centrocampista tenía mucho arte en su elegante juego.

De casta le viene al galgo, Moisés tenía en su juego el ADN del fútbol cadista. Tanto es así, que formó parte de la maravillosa hornada de jugadores cadistas formada por Kiko Narváez, Quevedo, Barla y el mismo Arteaga. Jugadores con un increíble ingenio para esto del fútbol.
Su debut como profesional fue en el club de su tierra. Con el Cádiz disputó sus primeros partidos en Primera entre finales de los ochenta y principio de los noventa. Hasta que se hizo un hueco en la primera plantilla cadista, fueron en las temporadas 91/92 y 92/93 cuando Arteaga era un fijo en las alineaciones del Cádiz.

Es en la temporada 93/94 cuando ficha por el RCD Espanyol, el gaditano dejaba por primera vez su tierra para aterrizar en la Ciudad Condal. En Barcelona, como blanquiazul, iba a desarrollar sus mejores años como jugador de fútbol. En su primer año, estando los pericos en Segunda División, Moisés se convirtió en pieza clave del último ascenso espanyolista a Primera División. Los pericos fueron campeones de Segunda con un gran Artega, que marcó 4 goles esa misma temporada.


El de Cádiz entraba de esta manera por la puerta grande en la que iba a convertirse su segunda casa. Sarriá lo acogió con los brazos abiertos. Y es que la afición perica sabe apreciar los grandes peloteros, y Moisés lo era. Jugador espigado, quizá a primera vista pudiera no parecer tan talentoso, primera impresión totalmente equivocada. Con el esférico en los pies era pura elegancia, jugador con regate sutil y efectivo, con una finísima conducción, buen juego aéreo y facilidad para el gol. En su primera etapa como perico, 8 temporadas, logró una media de unos 30 partidos jugados, y 4 goles por temporada. Además aportaba experiencia y capitanía.

Esa capitanía le llevó a coronar a su querido RCD Espanyol como campeón de Copa del Rey en el año 2000. Un título muy deseado, la tercera de las cuatro Copas que tiene el cuadro blanquiazul en sus vitrinas. Como capitán, Arteaga levantó al cielo, orgulloso y feliz, la Copa del Rey.

Tras la Copa, Arteaga, jugó una temporada más como blanquiazul, a la siguiente campaña marchó a Madrid para convertirse en jugador rayista. En Vallecas solamente estuvo una temporada, para volver a Barcelona y disputar su última temporada como perico. Aunque su última y novena temporada como perico fue testimonial y apenas disfrutó de minutos.

La carrera de Arteaga terminó en su tierra jugando en el Chiclana. Con 37 años colgaba para siempre las botas. Unas botas impregnadas de muchísimo arte demostrado durante 12 temporadas en infinidad de estadios de Primera. Los futboleros noventeros, y en especial los pericos y cadistas, hemos disfrutado mucho de ver jugar a Moisés Arteaga, un centrocampista con mucho arte. Haga arte Arteaga. 

Escrito por M.A. Cortés (En Twitter: @Lon_elx

Fuente de la imagen principal: elcornerdelsur.com 







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